Migración Forzada y Derecho al Trabajo en Costa Rica

En la entrada del campo de concentración de Auschwitz hay unos portones negros con una leyenda que se lee: "El trabajo los hará libres".

En lo que ha caracterizado por muchos como un acto humanitario del gobierno de Costa Rica, mediante la resolución DJUR-0222-07-2025-JM del pasado 07 de Julio, ha concedido el "derecho al trabajo" a un grupo de migrantes que entraron a Costa Rica encadenados, provenientes de Estados Unidos, donde tenían una orden de deportación y terminaron en Costa Rica gracias a tratos en la cooperación entre ambos países y un compromiso del gobierno de Costa Rica con la ambición. Pero este es un gesto del gobierno que, más que un acierto, parece un resbalo calculado.

Esta medida no es un acto de justicia, es la creación de una subcategoría especia. Sus "beneficiarios" no son reconocidos a partir de la protección, como en otras figuras jurídicas como la de refugio. Quien pertenece a esta categoría, es por haber sido parte de un contingente de seguridad específico, una exportación de Estados Unidos y se instauran así un trato desigual frente a miles de otros migrantes en Costa Rica.

Mientras tanto, el coro de la industria humanitaria: la prensa, ACNUR, la OIM, las ONG y otros actores que viven de la existencia del "migrante económico", celebran entre abrazos y brindis. Lo irónico es que esta acción que fue forzada por la vía legal, gracias a la acción de Justicia Migrante, quienes realmente impulsamos la lucha frontal ante la subordinación arbitraria y el racismo antinmigrante, no celebramos esta "normalización”.

Son estas mismas voces las que, con una ingenuidad infantil, se aferran a fantasías políticas, acusando a figuras como Trump de "fascista", "racista" o "xenofóbico ". Utilizan estas frases vacías como si fueran los protocolos de optimización para un sistema que ya no puede procesar eficientemente sus propios excedentes.

La realidad es más cruda. Las acciones de los presidentes ya no provienen de ideologías particulares. Lo sucedido a estas personas es parte de un vector organizado de expulsión acelerada que hace que la máquina funcione. Es en realidad "business as usual".

Se trata de una táctica de utilizar los terribles males provocados por su propia acción (en este caso, la detención ilegal) para justificar la creación de más burocracia, más papeles, más permisos, más vigilancia y más control, todo bajo el pretexto de aliviar los mismos males que el sistema generó. El verdadero agente no es un hombre, ni un partido, sino el avance de procesos impersonales, autónomos y planetarios que buscan únicamente su propia e incesante intensificación.

Este sistema global produce excedentes a una alta velocidad: no solo bienes, sino también poblaciones. Los "migrantes económicos" son, en el cálculo de esta maquinaria, residuos de esta producción. El subproducto de operaciones de desestabilización geopolítica y sanciones económicas en rincones remotos del planeta. Cuando estos flujos humanos dejan de ser una oportunidad de negocio y se convierten en un factor de fricción que reduce la velocidad, el sistema simplemente los desecha, sin ofrecer ningún retorno de inversión.  

Por eso no creemos que estas personas sean "beneficiadas", como el gobierno trata de enmascararlo, como si se tratara de un rey bondadoso. Hay que recordar que los peores amos son aquellos que se muestran amables con sus esclavos, pues su caridad evita que los oprimidos se den cuenta de la injusticia fundamental del sistema y por lo tanto, se rebelen contra él.

La historia de la migración de los últimos 100 años no es más que un subproceso de la historia del capital. Es una fuerza autónoma e impersonal que produce y descarta componentes humanos según las necesidades cambiantes de su propia expansión. Estas personas fueron arrancadas de sus códigos sociales originales, no deben ser rebajados a la óptica reduccionista del humanismo barato, a la fábula de "personas que buscaban una vida mejor".

La realidad es que NO HAY VIDA MEJOR. Solo existe el desarraigo y la conversión en un flujo de masa sin anclaje.

La intervención de Justicia Migrante, que forzó esta resolución, no fue un triunfo para la justicia, sino una recalibración del sistema. Este ajuste judicial expuso la hipocresía del aparato estatal, obligándolo a abandonar la ficción de la "atención humanitaria" para admitir que está operando prisiones extrajudiciales.

En Justicia Migrante no estamos para celebrar, solo seguimos denunciando el sistema que convierte el derecho en control y violencia institucional. Si usted o alguien que conoce necesita apoyo legal, contáctenos.

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Quinto Informe Estado de la Justicia y Migración en Costa Rica: Una máquina que se reporta a sí misma